Pensamos que la atracción se da en automático por temas biológicos.
Pero también es algo psicológico y solemos tener un patrón o tendencia muy definida.
Se tienen malas experiencias en el amor, porque en realidad no es una elección consciente.
Sin darnos cuenta, nos atrae quien nos hace sentir de forma similar a lo que nos acostumbramos estando pequeños.
Las personas que nos atraen son resultado de nuestra infancia
El problema es que el amor que experimentamos al crecer, probablemente venía acompañado de aspectos negativos.
Tal vez nuestro papá o mamá era una persona fría, distante, controladora o tal vez nunca estaba disponible.
Tal vez nos hacía sentir que no somos suficientes o era alguien con quien no podías ser vulnerable.
Esa forma de recibir cariño es lo que se convierte en lo que conocemos como amor.
Nos acostumbramos a cierta dinámica y termina siendo lo que buscamos cuando crecemos.
Hasta no hacer consciente nuestras heridas, vamos a seguir ignorando parejas potencialmente buenas y buscaremos las personas que tocan nuestras heridas.
Por eso las malas experiencias en el amor.
La relación con una pareja “buena” puede sentirse extraña o “aburrida” si no sentimos ese aspecto negativo al que nos acostumbramos.
Entonces, ¿cómo elegir bien en el amor?
Podemos cambiar patrones al reconocer lo que asociamos con amor en la infancia.
El segundo paso es entender que el amor no debe ser ciego.
Necesitamos elegir con plena consciencia y los ojos bien abiertos.
El enamoramiento muchas veces nubla nuestra razón y no vemos los defectos.
Tarde o temprano los defectos de todos salen a la luz.
Lo ideal es elegir viendo los defectos.
Hay que elegir justamente a la persona que reconozca sus defectos y tenga ganas de cambiar y mejorar.